lunes, 16 de marzo de 2020

Evaluación formativa y desarrollo de competencias

El aprendizaje basado en competencias es un enfoque de la educación que se centra en la demostración de los resultados de aprendizaje deseados como el centro del proceso de aprendizaje del estudiante. Se refiere principalmente a la progresión del estudiante a través de planes de estudio a su propio ritmo, profundidad, etc. Como han demostrado las competencias, los estudiantes continúan progresando.

La evaluación de los estudiantes debe tener un carácter comprehensivo e integral, ello quiere decir que el juicio sobre el progreso de los estudiantes será más adecuado y pertinente si se basa en varios tipos de fuentes de evidencia recolectada en diversas situaciones a lo largo del tiempo.

Los padres tienen un rol clave en acompañar el aprendizaje de sus hijos. Cuando la libreta entregada es descriptiva y no solo calificativa, se le comunica las fortalezas y las dificultades en el aprendizaje de sus hijos. Entonces, el rol del padre se puede volver más activo en función a ello, no solo como una persona que recibe información sobre los logros de su hijo, sino también como una que se involucra y aporta al proceso de aprendizaje en el tiempo fuera de la escuela. Para que los padres conozcan cómo la evaluación formativa y la calificación alfabética funcionan, así como cuál es su rol bajo este nuevo enfoque, se realizará una campaña de comunicación dirigida a ellos a través de canales afines a su estilo de vida, en los cuales encuentren información útil y comprensible. Asimismo, se prevé un efecto cascada, en el cual los docentes serán los principales voceros de este cambio.

La evaluación formativa pone el foco en la mejora continua de los aprendizajes de nuestros estudiantes.  A diferencia de la evaluación tradicional, no solo se concentra en la calificación final. En ese sentido, pone el énfasis en la generación de información que permita conocer que han logrado y qué dificultades tienen los estudiantes para seguir desarrollando las competencias. Por este motivo, cuando un maestro se propone trabajar bajo un enfoque de evaluación formativa usa los resultados de las evaluaciones, para plantear mejoras, en sus propias estrategias de enseñanza. También, los usa para orientar mejor el proceso que sigue el estudiante, retroalimentándolo de manera descriptiva para aprovechar sus logros, superar dificultades y tener una relación positiva con su propio aprendizaje. El nuevo Currículo Nacional plantea niveles esperados del desarrollo de las competencias con criterios objetivos para evaluar cada una de ellas. A través de la evaluación formativa el docente puede determinar cuán cerca o lejos de estos niveles esperados se encuentran sus estudiantes

La retroalimentación consiste en devolver al estudiante información que describa sus logros o progresos en relación con los niveles esperados para cada competencia. Esta información le permite comparar lo que debió hacer y lo que intentó lograr con lo que efectivamente hizo. Además, debe basarse en criterios claros y compartidos, ofrecer modelos de trabajo o procedimientos para que el estudiante revise o corrija. Retroalimentar consiste en otorgarle un valor a lo realizado, y no en brindar elogios o criticas sin sustento que no orienten sus esfuerzos con claridad o que los puedan distraer de los propósitos centrales.

Los formatos de los instrumentos de la evaluación nacional no deben ser usados para reemplazar las evaluaciones de aula ni preparar a los estudiantes para rendir dichas evaluaciones. Más bien, los informes de los resultados de estas evaluaciones deben servir para la reflexión y planificación de las actividades de aprendizaje.


La evaluación formativa se aplica en países como Colombia, Argentina, Bolivia, Chile, Uruguay, México, El Salvador, Finlandia, Reino Unido, Estados Unidos (varios estados), Canadá; acompañada de una escala de calificación cualitativa, que es preferible, por ser más precisa para establecer niveles de desempeños de los estudiantes (destacado, bueno, en proceso y en inicio). 
A diferencia de la escala numérica que siempre se ha utilizado, las letras no están relacionadas exclusivamente al grado de retención de conocimientos, sino al nivel de avance logrado en las competencias, entre las cuales se encuentra el dominio de conocimientos pero también habilidades diversas, cognitivas, interpersonales o físicas, así como a su capacidad de uso para resolver problemas o retos de distinta naturaleza.
Los beneficios de apostar por una evaluación formativa son múltiples. Entre ellos: estudiantes más conscientes de sus potencialidades y debilidades por superar en cada ámbito de su formación, capaces de autogestionar su aprendizaje,  con criterios claros de lo que se espera de ellos en cada caso, padres informados que acompañan a sus hijos a partir del nivel en el que se encuentra cada capacidad que necesite lograr y docentes que pueden dar una atención más precisa y más pertinente a sus estudiantes.
La apuesta del nuevo Currículo Nacional es contar con un único sistema de calificación que favorezca el desarrollo de las competencias de los estudiantes ya que en la actualidad, el estudiante cambia de una evaluación cualitativa a una cuantitativa solo por pasar de Primaria a Secundaria.
La evaluación formativa no asocia las letras a notas, las letras describen el nivel de avance del estudiante en una competencia para garantizar la continuidad en el desarrollo de esa competencia de inicio a fin de su trayectoria escolar.

A pesar de que el estudiante transite sucesivamente por diferentes grados y bimestres, los docentes conocerán el nivel de avance de sus estudiantes y prepararán estrategias según las necesidades específicas de aprendizaje que esta evaluación les permita identificar.

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